Ser profesor no es fácil. No importa el colegio, los alumnos, las asignaturas, los padres… Es una labor importantísima, que tiene un trabajo enorme y que en ocasiones no está lo suficientemente reconocida.
Durante los meses que he estado de prácticas en el colegio he visto los conflictos originados por la implantación de un nuevo método educativo, no por su calidad, sino por el mismo proceso de cambio, que genera dudas, inquietudes y resistencia, como hemos visto en posts anteriores.
Pero afortunadamente, al final quedan los niños, que se adaptan perfectamente y que te dan la mejor recompensa que puede tener un profesor: la satisfacción de ver cómo aprenden y su cariño.